sábado, 30 de abril de 2011
Restaurantes en Lima ¿donde comer?
Existe una variedad de restaurantes que van desde los elegantes de cinco tenedores hasta los de aspecto modesto (algunos denominados por la cultura popular como "huariques"), pero muy concurridos por la calidad de la comida que ofrecen.
El costo promedio por persona en un restaurante de primer nivel oscila entre los US$ 30 y US$ 50, mientras que en uno de precio moderado va de US$ 15 a US$ 30. Existe además una multiplicidad de lugares cuyo costo es de por lo menos US$ 10 por persona.
También abundan los restaurantes de comida criolla (cocina típica peruana). Algunos son de primer nivel y muchos otros ofrecen la posibilidad de comer muy bien a precios sumamente baratos.
En los alrededores de Lima a los restaurantes de buen nivel se le suman un conjunto de restaurantes típicos que ofrecen una excelente comida a precio módico. No se asombre si estos no tienen muy buena apariencia.
En casi todos los restaurantes se ofrece una combinación de entrada, segundo y postre que se denomina menú. Tiene mucha demanda. El costo promedio oscila entre US$ 2 y US$ 5 por persona.
Historia del tacu tacu, un “calentao” preparado por manos morenas
El tacu tacu nació con un claro fin: no desperdiciar la comida sobrante. Según cuentan las crónicas de la época, el arroz y las menestras que quedaban del día anterior eran aprovechados por las abuelas para servir un contundente plato en el desayuno.
“Los entendidos manifiestan que el tacu tacu se empezó a preparar por manos negras, quienes utilizaban las sobras de sus raciones de menestras, las mezclaban con un poco de ají molido, aderezo de cebollas y arroz hasta obtener una masa, que luego freían en manteca”, escribió Hirka Roca-Rey en su artículo “El versátil tacu tacu” publicado en El Comercio.
John Santa Cruz, en su artículo “La moda del Tacu Tacu”, señala que “el tacu tacu está ligado a la esclavitud traída del África, por eso que en Nicaragua está el Gallopinto, en República Dominicana el Arroz Moro, el Congrí de Cuba y el Casamiento de El Salvador, la feijoada brasilera y el Hoppin John del sur de Estados Unidos, todos ellos a base arroz y menestras”.
Aunque son muchas las teorías que asocian el origen del tacu tacu con la sazón morena y los esclavos, esta no es la única versión sobre el nacimiento de este plato. “Tacuni” es un vocablo quechua que significa “mezclar una cosas con otra”, a partir de esta interpretación podría esbozarse una teoría, que no ha quedado totalmente esclarecida: el tacu tacu tendría un origen quechua.
Cecilia Portella señala que “el arroz llegó con los españoles a esta parte de América y su consumo se popularizó casi tres siglos después con la presencia de los chinos culíes en el Perú. Los frejoles, uno de los alimentos más antiguos en la historia de la humanidad, empezaron a cultivarse hace aproximadamente siete mil años en el Perú y al sur de México”.
Hoy el tacu tacu se sirve acompañado: con huevo, apanado, lomo al jugo o pollo. “Hay algunos intrépidos cocineros que gustan de rellenarlo, especialmente de mariscos como camarones, langostinos o con todos juntos”, comenta Roca-Rey.
La experiencia culinaria es espectacular y más allá del origen, este ‘calentao’ guarda en esencia lo que el peruano promedio busca en la mesa: un potaje generoso y contundente.
Historia del cau cau, uno de nuestros platos más populares
El cau cau tendría origen en la cocina andina. De hecho existen varias teorías relacionadas a su nombre, proveniente de vocablos quechuas. “Can” que significa “menudencia” y que con la llegada de los chinos culíes a nuestro territorio terminó de tomar forma. “Cuando estos intentaban cortar en pequeños trozos todos los ingredientes de determinado plato, utilizaban el fonema “caucau” para indicar que todo debía ser cortado “chiquito, todo chiquito”, señala Cecilia Portella.
Otra vendría del vocablo “acacau” que significa caliente en quechua. Inclusive se ensaya una explicación inglesa. “La palabra “cau” obedece a la pronunciación de la palabra “vaca” en inglés (Cow). Y su repetición… pues simplemente, parte de la “criollada” amañada a estas costumbres”, cuenta Portella.
HISTORIA
Aida Tam Fox en su libro “Vocabulario de la cocina limeña” describe a este plato como “un guiso de mondongo cocido cortado en cuadrados pequeños, papas picadas en igual forma y aderezado con ají amarillo, cebolla, ajo y perejil��.
Si bien es cierto, el cau cau más conocido es el que se hace a base del estómago de la vaca. En el siglo XIX, Antonio Raimondi detalla una preparación original de Atico (Arequipa) hecha con un tipo de huevera denominada “ataco”. “Con este alimento los pescadores preparan un guiso con papas y hierbas. Esta misma huevera es conocida como cau cau”. Esta historia es corroborada por la investigadora culinaria Gloria Hinostroza.
En el “Diccionario de la gastronomía peruana tradicional” el cau cau es descrito como “una vianda hecha de panza de res, que constituye una hija emancipada del mondongo, que no se prepara en ningún otro lugar de América, por lo menos con ese nombre. Es llamado mondonguito”.
Por su parte, el historiador César Coloma en un artículo publicado en El Comercio lo describe como “uno de los platos criollos más apreciados y antiguos”. Refiere que “ni Ricardo Palma ni Juan de Arona escribieron sobre él”. Aunque asegura que los antecedentes se remontan a varios siglos atrás.
SIN MONDONGO
Alfredo Kato en una nota publicada en el 2003 en El Comercio señala que “estamos tan acostumbrados a saborear el cau cau elaborado con mondongo que, nos preguntamos cómo sabrá al paladar al ser elaborado con pejerrey de río”.
“Hemos tratado de imaginarnos el resultado y nos resistimos al reemplazo de las vísceras vacunas. El pejerrey de río podrá ser muy delicioso. Sin embargo, creemos que el mondongo le da un sabor tan especial al cau cau que, difícilmente, el pejerrey lo pueda destronar”. Esto confirma que mientras unos se resisten a comer este plato, otros tantos siguen fieles a su sabor.
Pollo, carne, huevera o pejerrey. Son muchos los ingredientes que se han intentado adaptar a este plato. El resultado, nuevamente dependerá el paladar del comensal. Lo que sí es unánime y no acepta discusiones es precisamente el carácter popular e impopular (a la vez) de de su esencia: el mondongo.
¿Dónde comiste el mejor cau cau de tu vida?
Historia del chupe de pescado: un plato con sabor a Semana Santa
La tradición religiosa dicta que durante Semana Santa, los creyentes deben abstenerse de comer carne y reemplazarla por cualquier otro alimento, uno de ellos y de hecho el más popular: el pescado.
Siendo escrupulosos, durante la propia Cuaresma hay quienes ayunan durante esta época. Como es natural, cada país tiene sus platos típicos, respetando casi siempre esta tradición. Perú no podía ser la excepción y uno de los platillos creados a propósito por la semana santa fue el chupe de pescado.
DEL NOMBRE
Según Aida Tam Fox en su “Vocabulario de la Cocina Limeña”, señala que la palabra chupe tiene procedencia quechua. “Tal vez viene del quechua chupa que significa último. Inferimos que el chupe era el plato de fondo o el que cerraba una comida, de ahí que el matiz o literal que traduce chupa, él último”.
En tanto, Sergio Zapata Acha en su “Diccionario de la Gastronomía Peruana Tradicional”, indica que el nombre viene del quechua chupi que significa plato común. La Academia de la Lengua Española describe al chupe como un plato que se come en Perú y Chile, describiéndolo como un guisado que se prepara con papas en caldo, pescado, leche, queso, mariscos y ají”.
ORIGEN SANTO
“Hasta hace algunos años se consideraba pecado comer carne en Semana Santa y para evitar el fuego del infierno, había que comer solamente pescado. Por ello se crearon platos, sin carne, como el chupe de pescado o chupe de viernes”, señala César Coloma en su artículo “Chupe de pescado en Semana Santa” publicado en El Comercio.
Juan de Arona en su “Diccionario de peruanismos” dice que es el más popular de los guisados nacionales después del sancochado. “Tiene alguna analogía con la cazuela chilena y con el pebre. Se hace con pescado para que constituya el de viernes (Santo)”.
VARIANTES
Muchos autores coinciden con el origen arequipeño del chupe de pescado y/o camarones, pero también en Lima se preparaba este plato, “un guisado con leche, papas amarillas, camarones, huevos, aceite y otros condimentos. En general los chupes costeños son principalmente de pescados y mariscos, mientras que los serranos llevan carnes, tubérculos, verduras y frutos”.
La historiadora Gloria Hinostroza citando a el Corregidor Mejía escribió que “El plato criollo más bonito, es el ¡Chupe de Camarones a la Limeña!”...además, “el Chupe de Camarones es la cumbre y remate de todo el proceso sopero nacional”.
Finalmente, en la “Enciclopedia ilustrada del Perú” de Alberto Tauro del Pino dice que es una “sopa típica a la cual se aplica diversos nombres según los ingredientes que predominan en su elaboración”, indicando que es de remoto origen precolombino y que mucho “gustaron los conquistadores de esta sopa; pero aún le añadieron pescado, legumbres y queso”.
El año culinario de Latinoamérica
Un restaurante brasileño (D.O.M., de Sao Paulo) por primera vez entre los diez mejores del mundo según la lista San Pellegrino cuatro restaurantes latinoamericanos entre los 50 primeros, ocho entre los cien mejores…
Este ha sido el mejor año para Latinoamérica y su cocina en la discutida, pero prestigiosa, lista de los mejores restaurantes del planeta elaborada por la revista británica “Restaurant”.
Todo un éxito para el excelente cocinero Alex Atala, que figura en esta clasificación ininterrumpidamente desde 2006, cuando ocupó el puesto quincuagésimo.
Desde entonces no ha hecho más que subir, y ahora se ve en ese “top ten” en el que sólo le superan los restaurantes del danés René Redzepi, los españoles Joan Roca y Andoni Luis Adúriz, el italiano Massimo Bottura, el inglés Heston Blumenthal y el estadounidense Grant Achatz.
BRASILEÑO
La cocina de Atala, enormemente creativa, se ve así definitivamente reconocida por los críticos y cocineros de todo el mundo que votan para elaborar esa lista.
Desde luego, no es casualidad que entre los cien mejores (los periódicos suelen quedarse sólo en los primeros cincuenta) haya tres restaurantes paulistas (le acompañan Fasano y Mani, en los puestos 59 y 74, respectivamente), dada la multiculturalidad de la gran urbe brasileña, multiculturalidad que, por supuesto, tiene un evidente reflejo en la cocina.
MEXICANO
La verdad es que la presencia latinoamericana en esta lista se ciñe a tres ciudades gastronómicamente muy importantes: Sao Paulo, México DF y Lima. Mexicanos son el Biko de Bruno Oteiza, cuatro años ya entre los cien mejores, en el puesto 46 en 2010 y en el 31 este año, y el Pujol de Enrique Olvera, dos años en la lista, en el puesto 49.
Dos casas bien diferentes: Oteiza, formado en los fogones del español Juan Mari Arzak (octavo en la lista), ofrece una cocina con fuerte influencia vasca; Olvera, en cambio, practica una cocina plenamente mexicana.
PERÚ
Gastón Acurio sitúa su “Astrid y Gastón” limeño en el puesto 42.
Acurio es, seguramente, el chef peruano más conocido en el mundo, la imagen de la nueva cocina peruana, de esa combinación de las cocinas novoandina y nikkei que cautivó hace algunos años a gastrónomos de todo el planeta.
En cuanto al Malabar, de Pedro Miguel Schiaffino, en el puesto 87, la cocina es peruana con aportes mediterráneos y atención a materias primas amazónicas.
ANTECEDENTES
Buen panorama, pues. Pero subrayemos: una ciudad multicultural, multiétnica, y otras dos que fueron capitales de imperios organizados antes de la conquista, imperios de los que proceden las que quizá sean las cocinas más importantes de América, que han mantenido su carácter sabiendo asimilar las influencias positivas recibidas a lo largo de la historia.
Hay que dejar constancia de que en la primera edición de esta lista, allá por 2002, hubo un restaurante latinoamericano que ocupó, como ahora el de Alex Atala, el séptimo puesto de una clasificación que ya entonces encabezó el español Ferran Adrià, que repitió número uno entre 2006 y 2009.
Fue el mendocino “1884”, que se mantuvo al año siguiente entre los cincuenta mejores, ya más abajo (el cuadragésimo quinto), y no ha vuelto a aparecer en la lista. La verdad, desde 2003 hasta la irrupción del “D.O.M.” en 2006 no hubo presencia latinoamericana en la lista.
Lista que, como todas, es discutible y discutida. Un dato importante: la de “San Pellegrino” y la “Michelin” son las dos guías más influyentes del planeta gastronómico.
Bien, pues no deja de tener su gracia que, de los cinco primeros restaurantes de la lista británica, sólo dos, el de Joan Roca y el de Heston Blumenthal, luzcan tres estrellas en la guía roja. La verdad: es bastante tranquilizador que no haya unanimidad en estas cosas, y sí pluralidad de opiniones.
¿Qué es lo que más comemos los peruanos?
La mayoría de los peruanos somos comelones. Y no solo eso, elegimos un plato especial dependiendo del momento. Así, tenemos comida para celebrar, para compartir o para enamorar.
La revista “Somos” consultó con los cocineros Cucho La Rosa, Coque Ossio, Flavio Solórzano, Mitsuharu Tsumura y José Del Castillo para elaborar una lista de los platos que más comemos los peruanos.
PARA CADA DÍA
Si se trata de antojos del fin de semana, Solórzano habla de la pachamanca : “No nos importa que esté hecha en olla y no en la tierra, nos gusta. Porque al final del día solo recuerdas lo rico que sabían las habas y las papas sancochadas al vapor, el chancho que se deshace en la boca, ese choclo que concentra el sabor de un néctar, y lo bien que la pasaste bajo el sol”. En cambio Tsumura dice que lo clásico es pedir tres platos al mismo tiempo: el cebiche, la jalea y el arroz con mariscos.
¿Y para una cita? La pasta es la elegida de Ossio, quien asegura que una de sus características más resaltantes es que es muy versátil. Otra opción que no tiene pierde, y que está muy de moda, es la comida japonesa.
Una ocasión que también merece una comida especial son las cenas o almuerzos de negocios. “Normalmente elegimos una buena carne, porque la carne demuestra poder, es un signo de estatus. Una reunión de trabajo no se aleja mucho de la dinámica de una cita porque es un encuentro para convencer, para cerrar un trato, entonces hay que sorprender”, dice Coque Ossio. Además, el artículo señala que se trata de “una buena elección para lucirse con el maridaje y demostrar cuanto se sabe de vino (aunque solo sea lo que leímos en la etiqueta)”.
Después están las populares pichangas: “Sábado a la hora de almuerzo, como a eso de las tres de la tarde, voy a encontrar más de una mesa llena de amigos que piden a gritos un cebichazo. Vienen de su pichanga”, cuenta José del Castillo, de la Red. “Es como esos días en los que de pronto sale el sol y por alguna razón lo primero que pensamos es que queremos comernos un cebiche, es un vinculo que tenemos arraigado”, agrega Mitsuharu.